Por qué y cómo bajamos de la cama a Vera y Cocó. Por Maaría.

Vamos a decir la verdad: dormir con un perro es un espectáculo y los que estamos locos por nuestros perros lo sabemos bien. Despertarnos y sentirlos en la espalda o en el pecho, respirar y suspirar mientras duermen es hermoso. Ni hablar de cuando se nos ponen en los pies y nos ayudan a calentar en los días fríos. Es hermoso sentir eso, pero no lo tuvimos en consideración para tomar esta decisión. Los detractores más quisquillosos de dormir con un perro argumentan temas de salud como hongos y otros similares, pero a nosotros no nos gusta pensar mucho en ellos y sabemos que a ti que estás leyendo esto y duermes con tu perro (al igual que a nosotros), es lo que menos te importa.

A raíz de que los chicos lo contaron en sus redes sociales, recibimos muchos correos y mensajes de personas preguntando por qué lo hicimos y cómo podían ellos conseguirlo también. Nosotros lo logramos en menos de una semana, pero antes de contarles nuestra experiencia quiero que sepan que ni Pablo ni yo somos expertos en perros y lo que les contaré aquí es nuestra experiencia como cualquier persona, con un conocimiento básico de perros y con la necesidad de obtener un mejor comportamiento y convivencia con ellos.

Hubo dos razones fundamentales que nos llevaron a tomar la decisión de bajar a los chicos de la cama:

1. Por jerarquía y obediencia: ellos se subían cuando querían, lo que en lenguaje de perro y según dicen los expertos, se traduce en que la cama es de ellos y el invitado eres tú. Eso no siempre es un problema si ese evento no trascendiera a otras situaciones, pero dejarlos ser los dueños de la cama o de un lugar que está predestinado para ser nuestro es confundirlos en cuanto a quién es el líder y quién el seguidor. En cuanto a quién es el que ordena y quién es el que obedece. Nuestros perros son buenos perros, pero (al igual que nosotros) están lejos de ser perfectos y en muchas situaciones tienen comportamientos que no corresponden a lo que debería ser y que esperamos que esta decisión nos ayude a mejorar.

2. Por comodidad: A los señoritos les gusta acomodarse a cada uno (sobra decir quién con quién jejeje) en medio de nuestras piernas, complicándonos los movimientos nocturnos. A veces se acomodaban a un lado de la cama y nos impedían tirar las sábanas para taparnos, etc. Ustedes saben de qué les hablo, sobre todo cuando la mayoría de esas situaciones se generan porque nos da pena moverlos o quitarlos.

¿Cómo lo hicimos?

– Les pusimos una buena y cómoda cama en el suelo al lado de la nuestra: lejos de la ventana, para que no les llegara el fresquito que entra por ahí.

– Los abrigamos muy bien: una de las razones que creemos que es por la que ellos se suben es por nuestro calor, entonces les pusimos a cada uno un buen saquito para el frío para que se mantuvieran calientes en su cama y no tuvieran la necesidad de subirse a la nuestra en busca de calor.

– Al entrar a la habitación la primera noche, los llevamos directamente a su cama y los acostamos ahí. Si se subían los bajábamos todas las veces (muchísimas las dos primeras noches) y solo los dejábamos estar arriba si habían sido invitados por nosotros. Recuerda que lo malo no es que se suban a la cama, lo que no está bien es que lo hagan cuando ellos quieren. Debe ser cuando tú les des la orden.

– Con muchas ganas de no dejarnos ganar de ellos lo tomamos como un reto: a pesar del sueño y el cansancio, los bajamos TODAS las veces que se subieron sin autorización. Sin importar la hora ni el frío, nos levantamos a ponerlos en su sitio. Los dos primeros días fueron duros, pero al tercero ya no lo intentaron, lloraron suavemente un par de veces para pedir subir, pero nos mantuvimos firmes en no dejarlos hacerlo. Al cuarto día durmieron toda la noche sin intentar subirse y desde ahí no lo volvieron a hacer.

Preguntas adicionales que nos han hecho:

P: ¿Entonces no los dejan subir nunca a la cama?
R: Sí que se suben, pero ahora lo hacen solo cuando nosotros los invitamos. De vez en cuando los dejamos subir a las 5am para empezar el día todos abrazados.

P: ¿No deberían hacer lo mismo entonces con las sillas y el sofá?
R: Sí, definitivamente, pero vamos por partes. Estamos aprendiendo y empezamos por eso que era lo más urgente. Poco a poco iremos incluyendo otras áreas y otros hábitos.

P: Pobrecitos, ¿no les duele hacer esto?
R: La verdad es que no porque es por el bien de todos. Ellos siguen teniendo un techo, una cama caliente, comida, paseos y amor todos los días. Los seguimos queriendo igual, los respetamos igual, siguen siendo nuestros grandes amores y por eso estamos generando un hábito que les ayuda a su estabilidad.

P: Me cuesta mucho mantenerme firme teniendo que madrugar a trabajar al día siguiente, ¿qué puedo hacer?
R: Hay dos opciones: la primera es generar un espacio cómodo y caliente pero fuera de tu habitación, cerrando la puerta, obviamente, e ignorándolos si lloran y piden entrar. La segunda sería que empezaras un viernes, para que los días más duros (que fueron los dos primeros para nosotros) sean en fin de semana y no interfieran en tu jornada laboral.

Como les dije al principio, no somos expertos. Tomamos una decisión basada en nuestra convivencia diaria con nuestros perros, en su comportamiento y en las explicaciones de algunos expertos que hablan sobre esto. Así que si conoces más motivos para bajar a un perro de la cama o sabes de un mejor método o algún consejo útil para conseguirlo, nos encantaría que lo comentaras aquí para que todos pudiéramos leerlo y agregarlo a este artículo.

Si lo prueban también nos gustaría que nos contaran cómo les va, si tienen dudas o preguntas me pueden encontrar en Instagram y Twitter como @MaariaOrtiz.

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